No eres tú, es mi startup
A unos meses de casarme, me llegaban millones de preguntas en mi cabeza sobre el amor y el trabajo. Llevo más de 6 años trabajando con emprendedores, y al ritmo startup, se sienten como 15 años en los que me he vuelto confidente de muchas relaciones de emprendedores a quienes admiro profundamente como profesionales, pero a veces me generan angustia como parejas sentimentales. Tal vez suene fisgón de mi parte, pero no es la intención, solo es una reflexión personal que quiero compartir.
En las startups se dice que el 90% de ellas fracasan y, en estos días, me pregunté cuál será el índice de fracaso de las relaciones de emprendedores. En Rockstart, hace un par de años, lo medíamos, y en un programa de aceleración de 6 meses, un poco más del 50% de las relaciones se rompían. ¿La razón? Mi startup demanda tiempo, energía y mucha atención que no puedo darle a mi pareja.
Con el tiempo, he podido conocer emprendedores más maduros y con relaciones no solo de pareja, sino con familias formadas y con hijos. Como es lógico, el índice de fracaso de parejas en estos casos es menor, pero eso no significa que el camino sea de rosas. Ahora, lo que sí puedo decir es que tras un emprendedor o emprendedora fuerte y con mucha claridad mental hay una pareja que da una milla extra impresionante y a quienes admiro personalmente.
Hace un tiempo, me vi una serie cliché pero entretenida llamada Self Made. Una historia de una mujer negra pobre que saca a su familia adelante y construye un emporio con productos capilares para pelo afro. En la serie, esta mujer está casada con un hombre que la ama y hace miles de sacrificios para aguantar las exigencias de estar casado con una emprendedora exigente y adicta al trabajo. Mi forma de ver esta serie es muy particular, pues cada que la veo no puedo dejar de pensar en cientos de check-ins (así le llamamos a los espacios 1 a 1 con nuestros emprendedores en Rockstart) y las llamadas que tengo entre founders contándome problemas que no siempre son de negocio, y muchas veces son personales y de pareja.
Tanto en la serie que menciono como en la vida real con los founders, es evidente que quien se casa o construye una relación con una pareja que es emprendedora hace un sacrificio muy grande. Sin embargo, ese sacrificio es muy positivo cuando se trabaja como equipo. Viendo a estos emprendedores que tienen familias y parejas muy presentes, he visto que hay un rol que no está puesto en ningún organigrama de ninguna compañía, pero es extremadamente importante: el de la pareja. Ese rol tiene responsabilidades como mantener el ánimo del emprendedor, aguantar conversaciones eternas de ideas nuevas o de problemas del negocio, oír miles de prácticas de pitch, ser el lugar para desahogarse cuando las cosas no van bien y muchas más tareas de este estilo.
[Mi forma gráfica de entender ese rol clave que nunca esta en un organigrama: el de la pareja]
Un día, conocí a la esposa de uno de nuestros emprendedores y, apenas nos presentamos, me dijo algo como: “Uy, tú eres la famosa Camila que regaña a mi esposo y hace que sus domingos en la noche sean una odisea”. Ante semejante expresión no supe si sentirme preocupada, halagada, criticada o solo reírme, pero evidentemente no pude evitar preguntar mucho más y profundizar con ella a qué se refería y por qué lo decía. Resulta que, todos los lunes o primeros días de la semana en Rockstart, hacemos un meeting grupal con todas las startups para compartir entre founders el crecimiento comparado a la semana anterior, los retos que tuvieron y los logros de cada uno. La esposa de este emprendedor lo veía todos los domingos angustiado sacando métricas, y en este proceso lo veía algunas veces muy feliz cuando lograba tener un crecimiento excepcional y otras muy preocupado cuando decrecía su negocio.
En esta conversación con ella entendí su rol y todo lo que le aporta a la startup sin saberlo. Conversando con ella, aunque no tenía ningún cargo en esta startup, todos los domingos tenía en su calendario un espacio para conversar con este emprendedor, felicitarlo cuando había crecido y acogerlo con amor cuando el resultado no se había dado. Ella me contaba que le decía a su esposo que lo importante no era llegar a mi reunión del lunes con las métricas, sino aprender qué cosas habían funcionado y qué cosas, por el contrario, habían salido mal. Esta mujer no sabe nada de emprendimiento, siempre ha trabajado en una empresa tradicional en áreas legales y de procurement, y me contaba todas estas anécdotas con la propiedad que las cuenta un fundador.
Esta esposa es solo la representación de varias parejas de founders que he podido conocer, quienes se han esforzado por apoyar a sus parejas a tal punto de involucrarse casi como un coach de liderazgo. Después de esta conversación con ella, me puse a intentar identificar patrones entre los mejores emprendedores de nuestro portafolio, esos que transmiten más seguridad y que me sorprenden por su asertividad, y encontré que la mayoría de ellos están acompañados por un círculo de familia o por una pareja o por amigos tan sinceros y cercanos que les aportan de maneras increíbles en su crecimiento como founders. Seguro este descubrimiento no es nada nuevo; todos sabemos y lo repetimos siempre con el dicho de: “dime con quién andas y te diré quién eres”, pero aunque lo repitamos, a veces parece que lo olvidamos aplicar a nuestras vidas personales.
Hace un par de años, en una de nuestras sesiones de boards (un espacio del programa Rockstart entre founders para hablar de problemas personales), conversamos con 6 emprendedores sobre sus relaciones de pareja y recuerdo muy bien dos de ellos que no tenían pareja y se sentían muy solos por esto. Uno de ellos había terminado recientemente con su novia de hace años y la razón era clara: no eres tú, es mi startup. El otro, por el contrario, no había podido construir en 8 años emprendiendo una sola relación estable, porque todas las personas con quienes había salido se habían aterrorizado de su nivel de trabajo, fines de semana hablando de startups y conversaciones repetitivas de sus problemas de negocio; de nuevo, la misma razón lo había llevado a la soltería: no eres tú, es mi startup.
Ese día del board, la conversación terminó en dos personas desahogándose porque sentían que su startup había acaparado todo en su vida; veían a su alrededor a sus amigos del colegio casándose y con hijos y ellos absolutamente solos y sin la certeza de si todo iba a valer la pena. Recuerdo que hacían mucho énfasis en que la vida de pareja estable era opuesta y casi que les repelía la vida de emprender, y entonces me sentí muy afortunada de tener la posibilidad de emprender y tener a mi lado a una persona con quien llevo tantos años construyendo una relación de pareja. Con el tiempo, pude compartir más momentos con estos 2 emprendedores, no solo de manera laboral, sino que pude verlos en matrimonios de otras personas, en salidas sociales y en sus vidas personales, y entendí que ellos se habían impuesto el trade-off y se habían contado el cuento de que si emprendían no iban a poder tener una relación estable.
Puede sonar algo fuerte, pero en las interacciones que tenían era evidente que estaban atrayendo a las personas incorrectas y, por el contrario, las personas que se interesaban en sus negocios y en ellos como personas las alejaban. Viendo este comportamiento, un día quise profundizar con uno de ellos y le pregunté por qué estaba alejando a una mujer que mostraba claramente su interés en él de una manera diferente y, por el contrario, se había fijado en otra que claramente buscaba en la pareja cosas como distracciones, salidas, lujos, regalos y otros temas por el estilo. Este founder no lo había notado, ni siquiera había percibido que las preguntas que la primera mujer le había hecho eran por genuino interés en él y en su startup, y después de una conversación larga terminamos hablando sobre los miedos que él tenía de construir una relación y desenfocarse del negocio. En pocas palabras, la batalla entre negocio y pareja no existía sino en su mente, pues seguramente más personas se habían interesado en él aunque fuera emprendedor y ante esta situación él prefería huir.
Yo perdí el contacto frecuente con estos founders, no supe mucho más de sus vidas, pero hace poco vi en Instagram que uno de ellos empezó a publicar historias con una nueva novia y lo veía muy feliz. Ver esas historias me hizo sentir una alegría real por él; se notaba en su cara que se sentía tranquilo y muy lleno y no pude evitar escribirle felicitándolo. Seguro fue raro para él que le escribiera por eso, pero esto me llevó a cerrar esa dicotomía que yo tenía en la cabeza de la guerra entre el trabajo y las relaciones, y vi por primera vez que la excusa de “no eres tú, es mi startup” no es válida, pues debajo de esa frase se enmarca un miedo limitante que pone a escoger una cosa sobre la otra, cuando por el contrario si se escoge bien son dos fuerzas que ayudan al emprendedor a crecer y lograr más cosas; con este emprendedor lo pude ver, el efecto de estar bien rodeado se veía no solo en su cara, sino también en los números de su startup.
Puede que todo este post haya sido excesivamente romántico, pero creo que muchas veces como personas trabajando en startups hablamos mucho de números, metodologías y negocios y nos olvidamos de que cuando una persona está bien rodeada de personas sinceras y genuinas en sus círculos, tiene una ayuda invaluable que la hace capaz de conquistar hasta lo imposible.
Mi conclusión después de ver varios casos, es que al analizar el fracaso de las startups no solo deberíamos analizar si había product market fit o no, también deberíamos analizar cómo estaban los fundadores personal, mental y sentimentalmente. Cuando algún emprendedor me cuenta que va a cerrar y que esta en bancarrota, mi pregunta siempre es: ¿Cómo estas?, ¿Cómo esta tu familia? Y ¿Qué dice tu pareja? Pues para mi el construir una startup es tener como una relación abierta, o al menos poliamorosa, en donde no se debe descuidar ni el amor ni el trabajo, pero sobre todo se debe encontrar la forma en que no se deba escoger entre el uno y el otro, sino por el contrario encontrar el balance y la energía entre los dos.
Gracias a los founders que me cuentan sus historias de desamor y de amor. Gracias a las parejas de estos founders que me permiten conocer otras esferas de ellos, me cuentan de sus familias y me comparten una visión de ese rol de pareja que ningùn organigrama contempla. Y gracias a este founder que no se escandalizó cuando lo felicité por verlo feliz con su pareja, su evolución personal al escoger bien quien lo rodea está marcando una diferencia en su negocio.