Es curioso cómo las personas tenemos deadlines impuestos para todo. Socialmente, nos ponemos deadlines para cuándo deberíamos estar casados, tener hijos, graduarnos o ser jefes. En el emprendimiento, esto también sucede. He oído a muchos decirme textualmente: “Estoy viejito para emprender, ya me dejó ese tren”.
Yo quiero entender quién impuso esas normas porque, honestamente, desde mi perspectiva en mi rol dentro de un Venture Capital, no hay nada mejor para invertir que un emprendedor experimentado. Claro, uno ve que esta es una industria joven y llena de personas en tenis y camiseta intentando construir cosas enormes. Pero si somos sinceros, la madurez siempre trae algo positivo, y en las inversiones, mucho más.
Puede sonar un poco hipócrita de mi parte hablar de esto cuando tengo 27 años y, seguramente, lo que me falta aún es madurar. Sin embargo, si pudiera hacer una confesión, la verdad es que los emprendedores con los que más disfruto trabajar son aquellos que ya han vivido muchas cosas. Esas lecciones del pasado los convierten en líderes diferentes. De hecho, esos emprendedores de “mayor edad” que están ahora construyendo una startup tienen una energía muy distinta, porque se toman todo con más gusto y como un camino de reaprender, entendiendo que se están enfrentando a cosas que no dominan del todo —como el mundo tech y el mundo VC— y, aun así, lo disfrutan.
Ahora bien, el punto no es discutir si es mejor ser joven o viejo para emprender. Al contrario, el punto es que nunca es demasiado tarde ni demasiado temprano para hacerlo. Por ejemplo, en mi casa tengo a mi papá, que me lo recuerda mucho. Siempre lo oigo decir que, cuando era joven, tuvo miles de ideas y planes de negocio, pero no logró construir muchas de esas compañías que soñaba (que seguramente son muy startuperas, aunque él ni lo sabe) porque el trabajo que tenía demandaba todo su enfoque. Ahora siente que es muy tarde para hacerlo. Es más, cuando cuento esta historia de mi papá a conocidos, me encuentro con muchas personas que dicen que tienen un tío o alguien cercano que piensa lo mismo.
Entonces, es una historia que en algún punto nos empezamos a contar y a creer, como si para emprender la edad fuera un requisito. De hecho, de todas las labores y trabajos que existen, emprender puede ser de los únicos que no tiene esos límites porque uno es quien crea su negocio como se lo imagina. Así que no hay hoja de vida que no valga lo suficiente, ya sea porque es demasiado “obsoleta” o, por el contrario, porque es demasiado “junior”. El problema de todo esto es que se convierte en una creencia limitante, empezamos a pensar que o no somos suficientes o ya no estamos hechos para lograrlo.
Posiblemente estas creencias se dan por responsabilidades o por niveles de energía que sentimos que perdemos con la edad. Solemos pensar que, entre más adultos, más limitados estamos a la hora de arriesgarnos porque nos queda menos tiempo o tenemos más responsabilidades, como los hijos. Igualmente, hay quienes no se excusan en las responsabilidades adquiridas, sino en que ya la energía no es la misma para empezar a crear desde cero. Si bien ambas excusas son válidas, puedo asegurar que muchas veces la edad trae más beneficios que perjuicios.
Pero, seamos honestos, la edad tiene lo bueno y lo malo. Es evidente que los emprendedores más maduros pueden ser un poco más tercos, menos ágiles y hacer menos experimentos. Pero también es evidente que los emprendedores más jóvenes pueden ser más inocentes, amateurs y descarrilados. Parece que el camino ideal es el de quienes emprenden jóvenes, fracasan, aprenden y vuelven a emprender más maduros. No obstante, no hay camino perfecto ni fórmula universal; es como quienes piensan que, para ser exitosos emprendiendo, deben no terminar su universidad como Mark Zuckerberg o Steve Jobs lo hicieron.
Quedarse con la imagen de que lo que estas eminencias en emprendimiento lograron es por no haber terminado la universidad es como quedarse con la medalla de oro de un deportista olímpico sin entender la dedicación que hubo detrás. Si algo tienen en común los mejores emprendedores es que son personas en constante transformación y que, independientemente de la edad, toman su camino como una evolución continua.
De manera caricaturesca, el otro día lo estaba pensando como la evolución de los primates a los humanos. Al inicio, somos menos evolucionados y, con el tiempo, aprendemos. Si en la evolución biológica los cambios genéticos, la selección natural y la cultura han hecho que los seres humanos evolucionemos, en el emprendimiento es la capacidad de aprender rápidamente de los errores lo que impulsa esa evolución. Así como el primer homínido (el Australopithecus) no tenía una posición erguida ni fabricaba herramientas, el emprendedor amateur tiene una posición de sumisión ante el ecosistema o los “gurús” que muchas veces les quitan hasta equity a cambio de nada. Al final, como el hombre empieza a erguirse más con las interacciones entre cambios biológicos, los emprendedores empiezan a tener una mejor posición ante el mundo y su negocio al aprender de sus propios errores.
En conclusión, no hay tren que lo deje a uno, ni tampoco es muy temprano para subirse al tren. La realidad es que el emprendedor es el único dueño de su vida y sus decisiones. Por esto, la hoja de vida de nadie limita en el camino de emprender, ni la edad tampoco lo hace y mucho menos la falta de experiencia. Emprender es en sí mismo una evolución, es ponerse a uno mismo como ser humano bajo un contexto bajo presión lleno de cambios y errores; solo quien aprende de ellos y se responsabiliza es quien llega más adelante en su camino.
Gracias a los emprendedores “viejitos” que han oído a esta “niña de 27” y sus consejos para ser más ágiles y arriesgados. Gracias a los emprendedores “junior” que aprenden de sus errores y buscan esa evolución sin permitir que el ego los sesgue. Y gracias a quienes después de tantos post en Entre Founders siguen leyendo y compartiéndolo con otros.
Me ha gustado tu reflexión Camila, este post refleja una verdad que solemos ignoramos.
Aunque la experiencia sin duda es un grado, desde mi punto de vista lo que hace a un gran emprendedor es la habilidad para no tropezarse con la misma piedra dos veces, es señal de inteligencia y su camino será exitoso.
Asi es, considero que siempre habrá un buen momento, oportunidad y lugar para emprender. Lo mas importante es tener perseverancia y compromiso!!