Estos días estuve en entrevistas con muchos founders en la fase final de selección de las startups en las que invertiremos en Rockstart. Entre entrevistas, me encontré con muchos patrones que se repiten: desde frases cliché hasta respuestas comunes y repetitivas. Si bien esto es muy normal en un ecosistema cerrado que usa las mismas palabras y expresiones, a veces sentía que no era genuino y que, detrás de lo que repiten todos, está lo que el ecosistema nos ha dicho que tenemos que decir y cómo debemos hablar.
Seguramente yo no soy la persona más indicada para hablar de esto cuando uso muchas de esas expresiones y palabras “startuperas”, pero realmente lo que me preocupó no fueron las palabras, sino algo más. Es obvio que Latinoamérica ha sido una región muy atractiva para los VCs en los últimos años, y aunque en 2023 y 2024 la inversión en startups ha decaído en toda la región, Colombia fue de los pocos países en donde no disminuyó, muy apalancado por las rondas de Simetrik y Bold. Si bien esto suena muy positivo y son compañías de admirar, lo que me preocupó es que el ecosistema colombiano sienta que va más avanzado de lo que en realidad está, y que, por creernos este cuento, nos quedemos atrás.
Ayer, en una charla de nuestros “Cases to Learn” con José Calderón, fundador de Robinfood, Merqueo y Domicilios.com, él decía que al emprendedor le picó un virus de levantar con PowerPoints a valoraciones inmensas que no se ha ido del todo. Estoy de acuerdo, y cuando lo oí llamarlo virus, fue cuando resonó en mí esto que me llamó la atención de nuestra convocatoria este año. En vez de aprender de la caída y los miles de fracasos, seguimos sintiendo que estamos en una posición superior en donde emprender es cool y caemos en replicar lo que no ayuda a que un ecosistema se consolide.
Empecemos por entender que hay miles de emprendedores que caen en muchas mentiras, emprendedores a los que, aunque queramos invertirles, no podemos porque tienen el cap table dañado por “asesores” que les han quitado equity sin dar dinero a cambio. Además, sigue habiendo muchos emprendedores que quieren levantar a toda costa para tener una compañía que “valga más”, sin entender la lógica detrás del tamaño de mercado y que, finalmente, toda valoración de SAFE la corrige el mercado. Entonces, es como si el estar en un país y una región sexy para el emprendimiento se hubiera convertido en un lugar oportunista para crear negocios y oportunidades que se esfuman muy rápido porque están basadas en el hype.
Estar en un ecosistema caliente y muy atractivo no debería ser solamente una oportunidad para todos, sino también una responsabilidad. Es más, si uno realmente entiende que nuestro país está en la mira por grandes startups como Simetrik, Bold, Rappi y otros, tendríamos que seguir el ejemplo de sus fundadores, personas que, por lo que he podido conocer, son trabajadores incansables, concentrados en agregar valor y con muchas ganas de construir cosas enormes. De hecho, no conozco a ninguno de ellos que pida equity a cambio de ninguna asesoría. Muchos de ellos son nuestros mentores y, de manera generosa, nunca nos han pedido $1 a cambio de una hora de su tiempo. Entonces, si los líderes que han posicionado este ecosistema en la mira de los demás no esperan una retribución por hacerlo, ¿por qué los demás sí lo esperan?
Hablando con founders que han tenido la oportunidad de ser parte activa de ecosistemas de startups más desarrollados como el de Silicon Valley, me decían que lo que pasa en Colombia y en Latinoamérica en general es muy curioso. Normalmente, los ecosistemas son apalancados por emprendedores, no por entidades ni por builders de ecosistemas. Mientras que en nuestra región somos las aceleradoras, las entidades u otro tipo de miembros los que impulsamos esos eventos y encuentros para founders. Por esto, hay tantas oportunidades de hacer de esto un negocio y no un verdadero ecosistema.
Si fuéramos un poco más literales, biológicamente hablando, un ecosistema se construye porque hay interacción constante entre los componentes bióticos y abióticos que hace que todo funcione de manera equilibrada. En un ecosistema, las plantas le dan energía a los animales consumidores y los consumidores a los descomponedores, lo que genera un orden lógico y un ciclo positivo. Sin embargo, desde la perspectiva de ecosistema en el mundo startup en Latinoamérica, el orden está alterado porque quienes más energía toman del ecosistema no son precisamente los fundadores.
Un día, conversando de esto con una amiga que nada tiene que ver con el mundo de las startups, me dijo: “Es que ustedes se sienten como una secta”. Y pensé en que el ecosistema, a veces sin querer, se transforma en un echo chamber como las redes sociales. Cada vez que repetimos la idea de alguien, cada vez que celebramos las rondas de hipervaloraciones y cada vez que creemos inocentemente en cosas que no son reales, más ensimismados estamos. Es como estar en una red social que aprendió de mí y el algoritmo solo me muestra eso; es muy difícil sacar la cabeza de allí y ser un poco más crítico.
Es momento de salir de ese echo chamber que hemos construido y seguir mucho más a los founders que nos han abierto el camino para que nuestro país esté en la mira. Gracias a esos founders que se la han jugado toda y que, con cada logro de sus compañías, nos han abierto camino a todos los que estamos detrás. Gracias a quienes leen esto y gracias a quienes no lo entienden como un juicio, sino como una oportunidad de responsabilizarnos y hacer de este un mejor ecosistema.
tu amiga tiene razon: “Es que ustedes se sienten como una secta”; yo diria realmente lo son en muchos casos...
Interesante el tema y el artículo. Por cierto, conocéis el directorio de Substack en español?