El co-founder sin cargo de founder
Si yo pudiera decir una cosa que hace que las buenas startups sean buenas, diría que son los equipos. Esto no es nada nuevo, no estoy descubriendo nada que cualquiera en el mundo startup no sepa. Sin embargo, lo que veo detrás de esos equipos no son solo socios fundadores con habilidades complementarias, sino además founders que han podido seleccionar una o dos personas como primeros empleados que se montaron en sus sueños como si fueran propios.
Esas personas que viven esos sueños para mi son co-founders sin título. Hay quienes les llaman “late founders”, pero si somos honestos esto no es ningún tipo de cargo o rol oficial. De hecho, lo más admirable y lindo de estos founders sin títulos es que no necesitan de un cargo para hacer que las cosas pasen y para ponerse la camiseta por la visión de la empresa. Con ellos me siento identificada porque es mi historia de lo que he hecho en Rockstart: construir como si fuera mi sueño.
Este año en Rockstart iniciamos un programa al que llamamos “School of employees” y como su nombre lo indica, es una escuela para empleados claves de nuestras startups. Ya llevamos casi 4 cohortes y acompañando casi 50 personas de diferentes roles y áreas puedo decir que lo que más admiro de ellos es la lealtad y las ganas de construir. He visto tantos casos diferentes, desde desarrolladores hasta contadores que se han tomado el reto de trabajar en su startup como algo más allá de lo laboral.
Mucho se habla de los fundadores y los retos que tienen. Es obvio que los emprendedores son personas con una capacidad de liderazgo superior y por algo es que convencen inversionistas, empleados, clientes y miles de personas en un ecosistema. Pero me parece única la manera en que personas que no son dueñas de una compañía se adueñan del sentimiento y lideran a otros poniendo siempre el bienestar de la startup en el centro de todo.
El camino de un “late founder”, si así lo quisiéramos llamar, tiene unas condiciones muy particulares también. Quienes lo hemos vivido sabemos que vivimos en una incertidumbre en la que a veces es inevitable pensar si valdrá la pena resistir tanto por algo que no es nuestro. Muchas veces somos criticados por otros empleados o hasta por otros socios de la empresa, porque nos tomamos atribuciones que no parecen estar escritos en nuestros contratos. Pero la realidad es que no hay contratos que describan realmente las tareas y responsabilidades cuando trabajamos en esta industria startup.
Pasamos de hacer tintos a manejar proyectos enormes y eso es lo realmente divertido. Es por esto que un título o cargo no podría definir lo que realmente vivimos y así como es muy retador manejar tantas cosas diferentes a la vez, es realmente gratificante. Si yo pudiera ponerlo en palabras coloquiales, trabajar en startups es como años perro: un año en una startup es como 7 en una compañía tradicional.
Conversando sobre estas situaciones con un late founder que admiro mucho, aprendí que hay una línea delgada difícil de no cruzar en este rol, un vaivén en el que vivimos los primeros empleados claves de las startups. Hay días en los que todo parece tan difícil que nos invade un sentimiento de injusticia en donde es imposible no pensar: “me explotan a cambio de muy poco”. Pero también llegan los días en que se consiguen cosas tan increíbles y logros personales que no imaginábamos, que lo único que nos embarga es la gratitud y los pensamientos de: “esto no lo hubiera podido lograr en ningún otro lugar”.
Vivir entre estos dos lados trae oportunidades muy positivas para cualquier ser humano. De una u otra manera, es ese vaivén el que nos recuerda que los logros no caen del cielo y por esto el trabajo de alto rendimiento siempre pagará. A veces pareciera que no paga Versus las horas o los salarios que podríamos conseguir en otros lugares, pero si no lo vemos únicamente bajo el lente del salario, encontraremos que hay un pago que no tendremos en ningún otro lugar: crecimiento personal acelerado.
Este buen amigo del que les hablo, hoy es una de las mejores personas que conozco en ventas. Él inició como uno de los primeros vendedores en una Startup que hoy en día es muy reconocida, sin saber vender y sin ni siquiera saber de tecnología, en los primeros meses de trabajo logró vender en Estados Unidos y cerrar clientes como Twitter o NuBank. Él es un claro ejemplo de ese crecimiento acelerado, pues pasó de ni siquiera saber de metodologías de ventas a venderle a las big tech del mundo desde Colombia en muy poco tiempo.
Siempre que se habla de startups se habla de crecimiento acelerado, pero eso que parece el crecimiento de un negocio en realidad es el crecimiento de personas de carne y hueso que se han exigido para mantener el ritmo. Para mí, aunque nadie los reconozca públicamente, esas personas que se ponen la camiseta y reman para que la curva se de sin ninguna seguridad, son quienes realmente hacen que las startups sean lo que son. Admiro el doble a quienes trabajan no por un sello ni por ser dueño de algo, sino por que ven en estos caminos de crecimiento el camino individual para romper techos personales que quieren romper.
[Mi ilustración del verdadero significado del crecimiento acelerado: Personas, late co-founders que se exigen el mismo crecimiento]
Ahora, he hablado mucho de esos empleados que se ponen la diez, pero que hay detrás de ellos? Fundadores con una capacidad superior de reconocer talento y saber cómo liderarlo! Viendo estos casos de “late founders” he conocido un lado talentoso e impresionante de algunos emprendedores: un ojo crítico y visionario para ver habilidades y ganas, antes de ver hojas de vida y sellos que dan “pedigree”. En todos los buenos casos de late founders que conozco he visto emprendedores que han apostado por estas personas y les han dado rienda suelta a crecer y crear desde ceros, así como lo han hecho conmigo en Rockstart.
Quiero hacer una aclaración, hablo de “buenos casos de late founders” porque no todos son exitosos. Es más, hay cientos de casos de empleados que se auto proclaman y se hacen llamar co-fundadores o late founders cuando no lo son. Personas que pudieron ser útiles en algún punto de una startup pero a la vez se fueron rápido y no dejaron el impacto que deja un fundador. Es muy fácil creerse este cuento cuando nos sirve como “sello” en la hoja de vida, pues si una startup crece y es reconocida, siempre sumará en nuestro CV tenerlo como experiencia y mucho más de co-founder. Sin embargo, conozco pocos primeros empleados de startups no exitosas que se hagan llamar co-founders de ellas.
Detrás de esos casos fallidos encuentro dos cosas, desalineación en las visiones y empleados que no fueron “late founders” pero creen que si lo fueron. En primer lugar la desalineación es un error del emprendedor que a veces no se da cuenta que le está dando confianza y responsabilidad a alguien que no cree en su sueño. En segundo lugar, los empleados que se hacen llamar late founders pero no lo fueron, son personas que seguramente entregaron mucho a la startup y construyeron cosas, pero nunca pasaron a ser más que empleados y no tienen la capacidad de verlo y entenderlo porque el ego los puede estar nublando.
Decirlo así puede sonar despectivo o cruel, no quisiera que así lo mal entendiéramos. Ser empleado de una startup no es algo que demeritar, pues es una labor de mucha exigencia y muy retadora. Lo que si necesitamos entender es que no todo empleado de startup es “late founder” y atribuirse esa especie de título puede ser descarado y poco sensato en algunos casos. La diferencia entre ser empleado de una startup y ser un co-founder sin título recae en el valor que se le da a la empresa y lo imprescindible que se convierte esta persona para la compañía. Un verdadero “late founder” no lo está haciendo por título ni por reconocimiento.
En otras palabras, un “late co-founder” es un primer empleado que se vuelve clave, que crece y tiene la capacidad de bajar la visión y el mensaje de los fundadores a la realidad. Esto no es labor que cualquier empleado quiera hacer y es ese esfuerzo extra y la capacidad de autoexigencia que hace que una persona sobre salga y empiece a ocupar cargos tipo fundador. Pero de nuevo, no estoy diciendo que una cosa sea mejor que la otra, solo hay que aclarar que no son lo mismo.
Entre todos los casos que he conocido hay otro que admiro un montón. Una persona que entró a una de nuestras startups y vivió de 0 a 100 la construcción de la empresa, es más se tomó nuestro programa de aceleración como un fundador más. Él es una persona que con poco conocimiento y experiencia startup estuvo dispuesto a aprender y experimentar como amateur, cambió el rumbo de su vida y se tomó la startup como su nuevo camino. De él también aprendo mucho, pues es de esas personas que encontró en la startup una manera de desaprender y re aprender.
Esta persona quiso reiniciar su vida, pasó del mundo corporativo en donde ya tenía experiencia y estabilidad a una startup que hasta el momento era casi que solo una idea. Ayudó a los founders a pasar de la idea al negocio, y hoy en día se convirtió en el CEO de esa empresa. ¿No es ese camino realmente admirable? Para mi es un ejemplo de evolución personal.
Viendo estos dos casos de “late co-founders” y todos los demás que he tenido la fortuna de acompañar, encuentro un patrón. Casi que el 99% de ellos termina emprendiendo varios años después. Por esto, siento que de alguna u otra manera ser un co-founder sin título es un camino hacia un futuro founder en formación. En términos prácticos, tomarse ese rol a pecho es el “growth path” que uno mismo se crea para eventualmente salir a fundar su propia startup con muchos aprendizajes ganados en otro lugar y con más certeza que un founder amateur y sin experiencia en startups.
Gracias a estos dos co-founders que no son founders y han estado cerca compartiendo sus caminos conmigo. Gracias a todos los que han pasado por School of employees y se han abierto conmigo para hablar desde lo más vulnerable sobre sus frustraciones. Y como siempre, gracias a Rockstart por dejarme experimentar y ser ese co-founder sin título, espero siempre hacerle justicia a semejante honor.