Los emprendedores suelen minimizar el valor y la importancia del relacionamiento, y aunque a veces parece un tema light, no lo es. A mí me impresiona y me frustra mucho cuando un emprendedor no ha cuidado las relaciones que más valor le pueden traer a su compañía. Algunos por falta de tiempo y otros, a veces, por ego.
Así como nos decían nuestros papás que hay que tener cuidado con las amistades porque algunas nos llevan a malos caminos, eso mismo pasa en el emprendimiento. La verdad es que en el ecosistema hay una “black list” que se va construyendo con el tiempo con personas no gratas, por llamarlas de alguna manera. Esa lista es como un secreto a voces que a veces no le llega a los first-time founders o a los que hasta ahora están entrando a este mundo startupero.
El ecosistema de startups tiene una dinámica de colaboración que es un arma de doble filo. Julián Melo, founder de Ubits, publicó el otro día en su linkedin que los partnerships comerciales, en el 99 % de los casos, no funcionan, y la verdad es que creo que eso no solo pasa comercialmente, sino también en el levantamiento de capital y hasta en supuestas mentorías o asesorías. Claro, cuando uno no conoce mucho del ecosistema y está empezando, puede sorprenderse con la cantidad de “ayuda” que le ofrecen: desde partnerships hasta mentorías y deals injustos y que no funcionan.
Si lo pudiera describir gráficamente, es algo así: un emprendedor primerizo va a cualquier evento (de los miles que todos hacemos) y conoce a una gran cantidad de personas que le dan feedback y lo quieren ayudar. Acto seguido, a cualquier emprendedor se le hace agua la boca al pensar en todas las cabezas pensando que le pueden ayudar y en la cantidad de consejos que puede recibir, y termina aceptando deals injustos desde el desconocimiento. Meses o años después, ese deal traba todo su crecimiento. O en los casos en los que no hay un deal de por medio, se quedan atrapados en las relaciones más light del ecosistema que poco le aportan y al contrario si lo desenfocan.
Todo lo que estoy diciendo puede sonar muy controversial, pero honestamente creo que es momento de hablarlo a calzón quitado, porque hay muchos emprendedores que, por desconocimiento, terminan en relaciones perversas. Afortunadamente, yo he podido estar en una posición demasiado privilegiada (es más, a veces me pregunto qué cosa buena hicieron mis papás para que yo tenga este karma tan positivo) en donde he podido conocer y trabajar de cerca con emprendedores de todo tipo, inversionistas de todas las categorías, corporativos con culturas muy distintas y mentores que sí son mentores… y otros que solo se autodenominan así. Trabajando con todos estos tipos de stakeholders, he podido ver de primera mano lo que es bluff y lo que es trabajo honesto y real.
Es más, cada vez que estoy armando cosas con los VCs tier 1 o con los emprendedores más exitosos de la región, me impresiona gratamente lo sencillos, honestos y reales que son. Ellos son, de hecho, los que, aún teniendo exits y resultados increíbles, ante cualquier consejo que les pedimos dicen: “No sé” o “No te tomes esto tan en serio porque no tengo el conocimiento suficiente”. Mientras que los pseudo-mentores siempre tienen una fórmula, un consejo o una opinión radical sobre cualquier cosa.
Hace un año, cuando estuvimos armando el VC Week, a uno de los grandes fondos líderes que vino le propuse que hiciera un keynote speaker. Me respondió que no creía tener el conocimiento suficiente para darle valor a tantas personas, y que sentía que podía haber personas con más experiencia para compartir que él. A ver, estoy hablando de un principal de uno de los primeros fondos que se formaron en Latam y que ha sido de los pocos que realmente han dado retornos. Si alguien como él considera que no tiene suficiente conocimiento para ser de valor absoluto, ¿por qué los que llevamos menos de la mitad del tiempo en esto creemos que podemos dar charlas y masterclasses de cuanta cosa se nos ocurre?
Ahí es donde está la trampa del ecosistema. Lamentablemente, uno tiene que besar muchos sapos para encontrar al principe o al verdadero rey, porque todos esos sapos, al inicio, parecen reyes. Un amigo emprendedor, creador de una gran marca de ropa colombiana, me decía que le da envidia que en industrias menos tech y más tradicionales como la de él es imposible conseguir mentorías. Yo lo entiendo, pero a veces siento que esas mentorías hacen más daño que bien. Claro, no todo es así. Después de navegar por miles de personas que no son lo que prometían, uno termina encontrando founders como los más de 20 que nos ayudaron sin pedir nada a cambio en la Semana del Emprendedor esta semana.
Bueno, vale hacer una aclaración. Hay algunos emprendedores que nunca salen de la trampa y no se dan cuenta de que no están con príncipes, sino con sapos disfrazados. Esto es aún más triste, porque son emprendedores que, aunque puedan tener una buena idea, nunca crecen del todo ni logran lo que quieren porque se rodean de mediocridad. Si uno está en un lugar rodeado de personas menos capaces, seguro tendrá un bálsamo de ego y se sentirá grande, pero al final nunca podrá crecer más. Mientras que, si uno se exige y se mete en lugares donde es bueno, pero aún está muy atrás y muy lejos de ser el mejor, lo único que queda es aprender de los otros y crecer.
Gracias a los más de 20 founders que me escribieron después del blog pasado contándome sus historias con personas panditas del ecosistema que les han hecho daño, y que me inspiraron a desahogarme en este blog. Gracias a los que han entendido la responsabilidad de ser mentor o de atribuirse algo semejante y respetan el crecimiento de los founders. Y gracias a los que han estado leyendo constantemente mis descargas mentales y emocionales en EntreFounders.